Hace 2 años escribí un post un poco apasionado en que exponía la importancia de la integración para el empoderamiento de la cultura regional. Curiosamente tras ese tiempo se ha convertido en uno de los post más leidos.
Más allá del tiempo perdido (en toda la historia), es interesante ver como inconscientemente las conexiones que nos llevan nuestras herramientas de vida (el idioma, la tecnología, nuestra forma de vida) nos termina convocando bajo los mismos caminos. Es casi un hecho que las redes están rompiendo con los moldes muchas veces que los Estados quieren direccionar de lo que ellos entienden como cultura. Irónicamente en Latinoamérica esto es mucho más evidente por obvias razones. La única manera de evitarlo es con el aislamiento, el cual para bien o mal, a medida que los medios de comunicación sean más interactivos y más cercanos a la vida diaria de la persona serán más díficiles de amurallar.
Y es que la posibilidad de comunicación está entablada y relacionada con lo que cada uno trae bajo el brazo (desde su ciudad, vecindario, y vivencia). Dentro de nuestros maltrechados proceso de identidades nacionales aun no acabados, Latinoamérica ha terminado por demostrar que es una serie de sociedades iguales transversalmente. Minorías de un lado se parece a las mayorías del otro, y viceversa. Esa transposiciones pueden crear increibles vías de comunicación que puede potencialmente enriquecidas en la medidas que cada uno tenga que ofrecer y el otro esté dispuesto a conocer.
Es verdad, la globalización nos está devorando y uniformando, pero también se puede aprovechar de él, si tiene la visión necesaria y para construirla ya no basta gente de tu misma ciudad o país; ahora las comunidades superan las fronteras y tienes que acostumbrarte a ello. Las corporaciones le sacarán el jugo a ello pero también se puede crear una conciencia creativa, si sé es perspicaz.
Por ello aterrizándolo al rock hecho en la región, se puede hablar de rock hecho en México, en Argentina, en Bolivia, etc, pero es ridículo hablar de "rock nacional" y aterrizar un imaginario e intentar crear una idiosincracia que cada vez necesita de más piezas para poder armar su propia historia. Estamos entrelazados y conocer un solo lado de la escena, no te hace ni más importante ni el más "cool". Los que están esperando la medalla de la nación, ahí tienen la receta.
Es la oportunidad de poder romper las barreras y buscar que tan similares y diferentes somos y como esas interconexiones ya existentes se manifiestan en una nueva mirada. El re-descubrimiento de América por el americano, que se dio cuenta que ya es hora de superar los traumas de las guerras internas del siglo XIX y la Guerra Fría. Ahora, como consumidores tenemos la posibilidad de tener más acceso a propuestas que nos pueden encantar o detestar y que construyen un nuevo folklore, y en este neo-folclor habrán modas y cosas que duran para siempre. Ahora la palabra la tenemos nosotros y se va nutriendo a partir de nuestros aportes. La integración ya no es una necesidad, es un hecho; y si el mundo de la música quiere cerrar los ojos y negar que todo está pasando, le va a pasar la arrolladora de la asimetría del subdesarrollo, un juego donde todos los que queremos conocer más de la música estamos ganando pero a sabiendas que otros por ignorancia o necesidad se niegan a ser parte de ello. Llámalo hispano, latino o americano ¿Sugieres algún nombre?
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