En la incipiente (pero cada vez más importante) prensa musical latina (en referencia a la alternativa, ya que la gran prensa del mainstream tiene una rigidez enrumbada) que es compuesta entre los medios escritos impresos locales y la cada vez mayor presencia de medios electrónicos ha ido habiendo una gran interrogativa de como abarcar la gran heterogenea escena contemporanea hispanoamericana y no es cosa fácil.
No hay ninguna formula para plantearse de que hablar o en que circundar. Es más que obvio que cada medio busca informar a partir de su sede de base y luego va integrando la información de otros países accesoriamente. El tema del localismo a la hora de la información sobre la música latina no es ningun novedad, y tampoco habría porque ser un problema. Por el contrario, se agradece que hayan muchos medios locales que informen sobre lo acontecido de sus escenas. Sin embargo, ello no es razón para no crear un lenguaje de información que pueda ser entendido más allá de las fronteras físicas y muchos menos, ignorar las propuestas que está apareciendo con mucha fuerza a lo largo de la región. Mantener un equilibrio es posible.
Cuando uno pretende ser universal para abarcar a la gran escena entra a la disyuntiva de buscar la representativa o dejarse llevar por el hype ¿Qué significa eso? Es muy simple, una opción es tratar de comprender cada una de las diferentes escenas que comprende el mundo hispanoamericano y la otra es buscar las tendencias consensuadas de donde determinados medios están poniendo los oídos. Para el primer caso, se requeriría tener una gran conocimiento de cada escena y su complejidad (historia, bandas del mainstream y el underground, su desarrollo, etc) y para el segundo caso, tener un buen conocimiento de que medios son los que ofrecen un seguimiento interesante a las propuestas (y que no son simplemente amplificadoras de publicidad musical, que suelen haberlas).
Mi experiencia en Estados Unidos y conocer allí a un difusor de rock en español de radio que lo hacía por 20 años me dio un conocimiento importante de la diatriba para abarcar algo que le guste a todos y a la vez ofrecer nuevas propuestas y la cosa no es nada fácil. Y es que la mayoría del público solo quería escuchar a sus bandas locales y en menor grado, bandas de otros paises, siempre y cuando hayan estado relacionadas a la cultura pop de lo que se oía en sus países de origenes. Bandas como Soda Stereo o Rata Blanca se salvaban en el asunto. Pero la gente solía ser mezquina con las propuestas nuevas así como las bandas locales de otros países. Y esa aversión en un importante sector del público suele ser muchas veces un gran atomizador que jala en contra de la difusión integradora que podrían hacer los medios relacionados al rock en la región. En ese juego, todos los latinoamericanos quieren ser representados con su música pero no todos son los que quieren escuchar o conocer más allá de lo que ya le es territorio familiar.
El tema de la representatividad es una tarea titánica (requiere el conocimiento pero también la comprensión del lenguaje de cada una de las escenas) que muchas veces no es recompensado a la hora de poder ver que exista un público demandante de saber que sucedió y sucede más allá de su "burbuja". Si se suma a ello, la aún no construida historia de un rock latinoamericano (o por lo menos la que no ha podido superar el paso del ámbito académico al de los medios), hay muchos tuercas que necesitan ser enroscadas para hacer funcionar el aparato. El entendimiento de la cultura latinoamericana contemporanea como un imaginario integrado es clave en ese aspecto.
Sin embargo, el seguimiento del hype es algo sustentable y de mayor facilidad para la generación de información que fluya y a la vez genera un público considerable que lo sigue. Es innegable que como en todo imaginario cultural hay totems que se imponen y es inevitable que el aparato motor de algunas industrias culturales locales tienen mayor influencia que otras, sumado a esta interacción (y que me consta que funciona) que otorga la oportunidad a un número de bandas que bajo las medidas adecuadas tienen la posibilidad de ofrecer su música de una forma que antes tenía un número mayor de filtros y solo se concedía a un grupo de privilegiados.
En tanto este hype pueda generar una confluencia entre un número mayor de propuestas de diversos origenes y con una apertura de medios especializados puede generar una mayor aceptación de movimientos e interacciones entre los propios artistas que ya de algún modo incipiente pero importante está apariciendo en la región. Cada uno de estos medios, desde sus propias visiones pueden otorgan representatividad en la medida que se otorge las mismas oportunidades para el crecimiento de las bandas de las distintas escenas así como el respeto al significado de algunas para su localidad y su historia, y dándole una apreciación que supere el mero chauvinismo dañino que cierra los oidos a lo forastero que habla tu mismo idioma.
¿Díficil? Por supuesto que sí, pero hay pequeños pasos. Las herramientas están apareciendo; solo se necesita atreverse a conocer un poco más allá de las fronteras y derribar prejuicios xenófobos. Un hype representativo, en el mejor sentido del término.